Cada uno de mayo recordamos la memoria de los mártires de Chicago, 5 obreros anarquistas que en 1886 fueron ahorcados y 3 condenados de por vida por liderar una Huelga General por la jornada laboral de 8 horas y el reconocimiento de las organizaciones sindicales.

Sus muertes son hoy el paradigma de la lucha de la clase trabajadora. Los mártires de Chicago nos hablan cada año a través del tiempo y nos revelan que los derechos no nos son dados sino que es necesario que se los arrebatemos a la clase político-empresarial, que los derechos cuando no se ejercen, se pierden y lo más importante, que la organización, la valentía y el compromiso tienen resultado: hoy poseemos los derechos por lo que pelearon nuestros bisabuelos, nuestros abuelos y nuestros padres.

Reconocemos y honramos a quienes pelearon en el pasado por lo ahora tenemos. Y eso nos hace contraer el deber moral de seguir avanzando hoy en la construcción de la sociedad que merecemos. Se lo debemos a nuestros padres, nos lo debemos a nosotros y se lo debemos a nuestros hijos.

¡Viva la lucha de la clase trabajadora. Viva el 1º de mayo!

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